Conferencia de David Throsby (AIMAC 2011)

Este video presenta la conferencia presentada por el economista David Throsby como orador principal de la 11ma Conferencia Internacional sobre Administración de las Artes y la Cultural, celebrada en Amberes, Bélgica del 3 al 6 de julio de 2011.

Luego de la presentación del Dr. Throsby, el profesor Giep Hagoort, de la Universidad de Ultrecht en Holanda, discutió varios planteamientos relacionados al emprendimiento cultural y creativo. El Dr. Hagoort es auto del libro: Arts Management: Entrepreneurial Style. Abajo presentamos parte de su presentación.

Felicidad Interna Bruta

Por: Javier J. Hernández Acosta (javihernandez@yahoo.com)

Publicado originalmente en El Nuevo Día el 2 de febrero de 2011: http://www.elnuevodia.com/voz-felicidadinternabruta(fib)-879086.html

En el lado occidental del Himalaya, justo entre China e India, existe un pequeño país llamado Bután.  Con apenas 700,000 habitantes, se conoce como la democracia más joven, la cual comenzó en el año 2008.  En 1974, su cuarto rey Jigme Singye Wangchuck dijo en un discurso: “La Felicidad Interna Bruta es mucho más importante que el Producto Interno Bruto”.  Tenía 18 años, y nadie imaginaría que esta frase guiaría el futuro desarrollo del país.  La idea surge tras reconocer que medir la riqueza y el desarrollo en términos de la producción y consumo de bienes materiales no es sostenible, y que en el largo plazo, tienen un efecto devastador sobre el ambiente, la sociedad y su cultura.

El gobierno, cuyas leyes prohíben fumar en público, delegó en una comisión la elaboración y utilización de ciertos indicadores que cada dos años medirían el nivel de “felicidad” de los habitantes.  Entre ellos se encuentran el uso del tiempo, cultura, educación, salud, nivel de vida, gobierno, vitalidad de la comunidad, diversidad ambiental y bienestar psicológico.  Según sus funcionarios, además de tener mucha influencia de la religión budista, también han observado los errores históricos de las potencias que le rodean.

Las particularidades de esta nación, descartan la posibilidad de que sirva de ejemplo directo.  Hablamos de un país donde el turismo estuvo prohibido hasta 1970, donde la televisión y el internet llegaron en 1999 y donde el 80% subsiste a través de la agricultura.  Sin embargo, nos obliga a aceptar que los indicadores actuales no son suficientes.  Por cierto, Premios Nobel como Joseph Stiglitz y Amartya Sen, han destacado la importancia de revisar estos indicadores.  El pasado año se celebró un congreso en Brasil para discutir el tema y allí, el primer ministro de Bután, Lyongpo Jigme Thinley, se refirió al ser humano como un “animal económico víctima del consumismo en la catedral del mercado”.  De igual forma destacó: “cómo podemos ser felices si sabemos que nuestro estilo de vida hará que las nuevas generaciones tengan que enfrentarse a desafíos tan grandes para sobrevivir”.  Nos toca reflexionar sobre el asunto, porque ciertamente existe una gran diferencia entre el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.

El peligro de la economía

Por: Javier J. Hernández Acosta(javihernandez@yahoo.com) Vivimos en el siglo de la economía. No hay duda de que esta ciencia social ha comenzado a estar presente en todas las facetas de nuestras vidas. Sobre todo, porque se ha convertido en el eje de la administración pública y su evaluación. Nadie puede negar que estudiar la distribución de los recursos escasos es necesario en nuestros tiempos, pero debemos aceptar que también hay algo de moda envuelto. Ahora todo gira en torno a la productividad, utilidad, competitividad y todos los términos con el mismo sufijo.

Lo cierto es que el problema radica cuando convertimos a la economía en una finalidad y no en un medio a través del cual se buscan mayores libertades para los seres humanos. La finalidad de la economía es una cultura enriquecida, donde los individuos tengan acceso igual a un mejor estilo de vida, donde adquieran mayores derechos y cubran mucho más que sus necesidades básicas. En ese sentido, cuando utilizamos estadísticas como el producto interno bruto o el desempleo, tiene que ser en función de los individuos, porque el análisis agregado siempre desenfoca la terrible inequidad en la distribución de la riqueza.

Si tomamos como ejemplo el llamado a una reforma laboral o el despido masivo de empleados públicos, debemos ser cuidadosos cuando se habla en nombre de la competitividad, porque después de que suban los índices ya nadie se preocupa por el destino de esa riqueza. Es peligroso dar pasos hacia atrás y renunciar a derechos adquiridos cuando al final de eso se trata. Basta con mirar las dinámicas del comercio internacional para entender esto. Aún cuando es obvio que los países se benefician, muchas veces los sectores desplazados no tienen opción real de moverse a sectores más productivos, aun cuando las estadísticas indiquen algún tipo de crecimiento a nivel macro. La economía no puede ser una fiebre de alcanzar cifras, porque detrás de ellas hay individuos, familias y comunidades con expectativas de una mejor calidad de vida.

La corrupción en el arte

Publicado originalmente en El Nuevo Día 2 de noviembre de 2010 http://www.elnuevodia.com/voces-corrupcionenelarte-809789.html

Por: Javier J. Hernández Acosta

(javihernandez@yahoo.com)

En días recientes analizaba el índice de corrupción que publica Transparencia Internacional y me preguntaba si era correcto hablar de países corruptos. Inmediatamente acepté que era una excelente oportunidad de tratar el tema de la corrupción como uno problema social que afecta todos los aspectos de nuestras vidas. La corrupción no es otra cosa que un abuso de poder con el fin de lograr algún tipo de enriquecimiento. Nuestros políticos han hecho todo lo necesario para adoptar el término, pero sería irresponsable reducir su magnitud a este segmento. Sabemos muy bien que la clase empresarial es otro foco muy afectado, pero también cualquier sector que genere algún tipo de riqueza, y las artes no son la excepción.

En la industria de la música conocemos el alcance de la payola en la radio, lo que nos plantea la preocupación de la institucionalización de la corrupción cuando sabemos que ocurre y no se hace nada. Pero también es un acto de corrupción cuando la radio pone presiones indebidas sobre los artistas para su beneficio, o cuando los productores de televisión se benefician del trabajo de los músicos apelando al trueque.  Pero más impresionante resulta la práctica de las co-autorías, donde artistas reconocidos obligan a los compositores a compartir los créditos de sus canciones como condición para utilizarlas, obteniendo un beneficio económico de las regalías por derechos de autor.  De igual forma, vemos como artistas recurren a la compra de sus discos para alterar los reportes de ventas.

El caso de las artes plásticas no parece ser distinto.  Es increíble observar prácticas que no tienen nada que envidiarle a Wall Street.  Sobrevaloraciones ficticias mediante la fijación de precios iniciales en subastas y la retención de obras por las propias galerías, y cuyo único fin es crear una burbuja artificial en el valor de las piezas;  o cuando directores de museos toman decisiones sobre exposiciones basándose en sus colecciones personales.  Los tentáculos de la corrupción están en todas partes, y su alcance se demuestra en la propia contaminación del arte.

La Cultura Emprendedora

Javier J. Hernández Acosta Publicado originalmente en El Nuevo Día - 26 de agosto de 2010

http://www.elnuevodia.com/columna-laculturaemprendedora-767088.html

En días recientes el economista Gustavo Vélez comentaba sobre el caso de Ruanda como ejemplo de un país que ha logrado crecer gracias a su enfoque hacia el empresarismo. Si bien es cierto que es necesario establecer las políticas adecuadas que permitan facilitar la forma de hacer negocios en Puerto Rico, también esto nos lleva a plantearnos otra interrogante enfocada en el largo plazo: ¿Aumentará la actividad emprendedora con estas políticas económicas, o tendremos que modificar una cultura que nunca ha estado enfocada en esa dirección? Si el individuo emprendedor identifica oportunidades en el mercadeo pensando de manera creativa y generando valor, entonces resulta necesario revisar qué estamos haciendo para fomentar esa cultura emprendedora.

Sabemos que la necesidad es una fuente natural de empresarismo y la autogestión, y por lo que estamos viviendo en términos económicos esto ya ha estado surgiendo en Puerto Rico. Pero además de la “cultura del resuelve”, necesitamos un empresarismo innovador. Para esto son necesarias características como la perseverancia, la tolerancia al riesgo y el pensamiento creativo. ¿Acaso es esto parte de lo que promueve el sistema educativo puertorriqueño? Son muchos los países que han reconocido la importancia de incorporar la cultura emprendedora a su sistema de educación desde grados primarios, no para que los estudiantes aprendan a hacer un negocio, sino para empezar a pensar de otra manera a la hora de resolver los problemas y necesidades de la sociedad, incluyendo el ofrecimiento de productos y servicios en el mercado.

Como hemos mencionado, el pensamiento creativo es un aspecto fundamental del empresarismo innovador. Y no hay duda que las artes son la fuente principal de la creatividad. En ese sentido, en vez de recortar presupuestos en estas áreas, corresponde incorporar las artes, las ciencias y matemáticas, como pilares de una educación que nos ayude a competir a nivel global. Muchas veces perdemos de vista los enfoques apropiados por la distorsión que genera la política partidista. En momentos en que se discute y cuestiona la dirección del sistema de educación pública en Puerto Rico, es importante reflexionar sobre cómo queremos formar a nuestros estudiantes, y ciertamente, al final se trata de un individuo con la sensibilidad de entender y atender las necesidades de su entorno, algo que indudablemente también tendrá su impacto positivo en la economía.