Felicidad Interna Bruta

Por: Javier J. Hernández Acosta (javihernandez@yahoo.com)

Publicado originalmente en El Nuevo Día el 2 de febrero de 2011: http://www.elnuevodia.com/voz-felicidadinternabruta(fib)-879086.html

En el lado occidental del Himalaya, justo entre China e India, existe un pequeño país llamado Bután.  Con apenas 700,000 habitantes, se conoce como la democracia más joven, la cual comenzó en el año 2008.  En 1974, su cuarto rey Jigme Singye Wangchuck dijo en un discurso: “La Felicidad Interna Bruta es mucho más importante que el Producto Interno Bruto”.  Tenía 18 años, y nadie imaginaría que esta frase guiaría el futuro desarrollo del país.  La idea surge tras reconocer que medir la riqueza y el desarrollo en términos de la producción y consumo de bienes materiales no es sostenible, y que en el largo plazo, tienen un efecto devastador sobre el ambiente, la sociedad y su cultura.

El gobierno, cuyas leyes prohíben fumar en público, delegó en una comisión la elaboración y utilización de ciertos indicadores que cada dos años medirían el nivel de “felicidad” de los habitantes.  Entre ellos se encuentran el uso del tiempo, cultura, educación, salud, nivel de vida, gobierno, vitalidad de la comunidad, diversidad ambiental y bienestar psicológico.  Según sus funcionarios, además de tener mucha influencia de la religión budista, también han observado los errores históricos de las potencias que le rodean.

Las particularidades de esta nación, descartan la posibilidad de que sirva de ejemplo directo.  Hablamos de un país donde el turismo estuvo prohibido hasta 1970, donde la televisión y el internet llegaron en 1999 y donde el 80% subsiste a través de la agricultura.  Sin embargo, nos obliga a aceptar que los indicadores actuales no son suficientes.  Por cierto, Premios Nobel como Joseph Stiglitz y Amartya Sen, han destacado la importancia de revisar estos indicadores.  El pasado año se celebró un congreso en Brasil para discutir el tema y allí, el primer ministro de Bután, Lyongpo Jigme Thinley, se refirió al ser humano como un “animal económico víctima del consumismo en la catedral del mercado”.  De igual forma destacó: “cómo podemos ser felices si sabemos que nuestro estilo de vida hará que las nuevas generaciones tengan que enfrentarse a desafíos tan grandes para sobrevivir”.  Nos toca reflexionar sobre el asunto, porque ciertamente existe una gran diferencia entre el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.