Manual del Contribuyente 2010

Descarga el Manual del Contribuyente 2010, cortesía del Colegio de Contadores Públicos Autorizados de Puerto Rico. El Manual contiene valiosa información sobre las responsabilidades y derechos del contribuyente, así como instrucciones para el proceso de cumplir con las mismas.

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Fomentando el emprendimiento cultural

El empresarismo es uno de los pilares de cualquier economía. Requiere de una cultura orientada a las metas, con altos niveles de tolerancia al riesgo, capacidad de innovación y de identificar oportunidades. Estas características también parecen ser comunes a la hora de describir a los artistas. Y aunque la propia naturaleza de la creación artística supone un ejercicio de emprendimiento, lo cierto es que se ha creado una concepción errónea de que éstos no están capacitados para asumir ese rol. La nueva economía del “Long Tail” (cola larga), planteada por Chris Anderson, plantea que la “cultura de masas” se ha reducido grandemente ante el agregado de una “cultura de nichos”, gracias a la accesibilidad a productos específicos que ha permitido la tecnología. “La Regla del 98%” establece que aproximadamente el 98% de las canciones en las velloneras digitales y en itunes, de los DVDs para alquiler en Netflix y de los libros en algunas librerías digitales se venden o alquilan al menos una vez por trimestre. Esto significa que por primera vez los consumidores pueden adquirir exactamente lo que buscan, sin estar limitados por el poco espacio y costo de los estantes en las tiendas tradicionales. Gracias a la tecnología, por primera vez es mejor negocio para los distribuidores el inmenso “mercado de nichos” que el reducido sector de los “top charts”. El éxito consiste en hacer un producto de calidad, lanzarlo al mercado y asegurarse de que la gente sepa que existe. La reducción de inventarios, el acceso a la distribución digital y la impresión al momento (print-on-demand), crean una nueva oportunidad de negocios que sólo puede ser capitalizada si se provee a los artistas con la infraestructura y el conocimiento necesario.

De los distintos agentes de la industria cultural, es necesario resaltar la importancia del emprendimiento individual o a través de microempresas. Por un lado, el modelo tradicional de las multinacionales ha demostrado necesitar de mecanismos que afectan y alteran la naturaleza misma del producto cultural para poder alcanzar los niveles de rentabilidad que la industria entiende conveniente. Por otro lado, aunque es necesario el desarrollo y fortalecimiento de una clase de gestores culturales encaminados a promover la sostenibilidad en la industria y la creación de “valor cultural”, no es menos cierto que en muchos casos, la singularidad y escasez de recursos en la producción artística hace que sólo sea viable y rentable cuando el propio artista asume el rol de emprendedor. Por esta razón, el emprendimiento cultural es el eje que permitirá el desarrollo de una industria sólida y competitiva a través de la aportación de los demás agentes involucrados. Para fomentar una cultura de empresarismo es preciso diseñar mecanismos de educación enfocados al desarrollo de las destrezas requeridas y también de estructuras de apoyo directo a la propia gestión empresarial.

Por:  Javier J. Hernández Acosta

Sobre la competitividad en las industrias culturales

Aunque existen varias definiciones de competitividad nos resulta más acertada la elaborada por el Consejo de Competitividad de los Estados Unidos que establece que esta es “la habilidad para producir bienes y servicios que pasen el examen del mercado internacional a la vez que los ciudadanos obtienen un nivel de vida creciente y sostenible a largo plazo”. Esto significa que, aunque la productividad es el factor más importante de la competitividad, queda establecido que los mecanismos tradicionales de mejorar la productividad a través de la mano de obra y otros insumos baratos, a largo plazo, no mejora el nivel de vida de los ciudadanos. Michael Porter, profesor de la Universidad de Harvard, establece cuatro determinantes para la competitividad nacional, los cuales pueden ser aplicados a las distintas industrias, en este caso las relacionadas a la cultura. Estos son: la condición factores, la sofisticación de la demanda, el desarrollo de industrias de apoyo y relacionadas (clusters) y la estrategia y competencia entre las firmas. Para las industrias culturales se debe aplicar el modelo utilizando indicadores económicos y culturales que midan el rol de los distintos sectores o agentes en el fomento de la productividad.

Las entidades públicas y privadas deben asegurarse de proveer una educación artística, tecnológica y empresarial de excelencia, contribuyendo a la investigación e innovación en todas las áreas. De igual forma, es vital desarrollar y mantener espacios de exposición cultural y alternativas de financiamiento para la creación y desarrollo de proyectos culturales. El Estado también deberá elaborar una política pública que reconozca y promueva la importancia de este sector a través de incentivos e incorporar las estadísticas del sector cultural a los indicadores sociales y económicos.

Puerto Rico ha sido uno de los mercados con mayor potencial en productos culturales. Su relación con el mercado estadounidense, unido a su cultura hispana, lo ubica como trampolín para la penetración de nuevos mercados. Su demanda siempre ha tenido acceso a un sinnúmero de manifestaciones artísticas, lo que la hace una sofisticada. Dirigir esfuerzos a la educación de la población en términos de alternativas de entretenimiento cultural, contribuirá a asegurar la calidad de las propuestas, lo que redundará en mayor competitividad a nivel internacional. Actualmente, los artistas puertorriqueños cuentan con un gran reconocimiento basado en su calidad y preparación, una ventaja competitiva que debe mantenerse y fortalecerse.

Para alcanzar niveles altos de competitividad es necesario proveerle a los agentes culturales industrias de apoyo que hagan la producción cultural eficiente. Por ejemplo, la industria musical necesita estudios de grabación, salas de ensayo, acceso a equipos electrónicos e instrumentos musicales, reproducción de discos, diseño gráfico y herramientas promocionales, entre otros productos y servicios. No tener estos recursos disponibles, dificulta y encarece la producción cultural. Finalmente, es necesaria una estrategia cuyo balance fortalezca tanto a la industria como a la sociedad misma. Por ejemplo, un régimen de propiedad intelectual que garantice el derecho de los artistas a vivir de su trabajo, pero asegurando el acceso de la población a la cultura. Proteger las manifestaciones tradicionales de la cultura local, pero promoviendo la diversidad como forma de enriquecimiento cultural. Asegurar un nivel de competencia que promueva la innovación, pero más bien basada en la cooperación y la colaboración artística.

La competitividad es un asunto de productividad, pero volvemos a recalcar que en las industrias culturales, los modelos tradicionales deben ser adaptados para reflejar la importancia del “valor cultural”, al tiempo que se promueve la actividad económica y el empleo, siendo una alternativa sostenible que a su vez garantiza un mejoramiento de la calidad de vida de un país.

Por: Javier J. Hernández Acosta