Ponencia - Ley de industrias creativas (Puerto Rico)

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Ley de industrias creativas - Javier Hernández (Inversión Cultural) by Javier J. Hernández Acosta

 

 

Proyecto del Senado 655

Ley para fomentar las industrias creativas de Puerto Rico

Ponencia presentada por Javier J. Hernández[i],

director de Inversión Cultural[ii] ante la

Comisión de Gobierno, Eficiencia Gubernamental e Innovación Económica del Senado de Puerto Rico.

24 de septiembre de 2013, Teatro Ambassador

 

Ministers will generally accept proposals which contain the words simple, quick, popular and cheap. Ministers will generally throw out proposals which contain the words complicated, lenghthy, expensive, and controversial. Above all, if you wish to describe a proposal in a way that guarantees that a Minister will reject it, describe it as courageous.

(Sir Humphrey Appleby, citado en Throsby, 2012)[iii]

 

Saludos a todos. Agradecemos la oportunidad de invitarnos a deponer y participar de este importante proceso. De igual forma, agradezco a los autores del proyecto la oportunidad de comentar sobre el borrador inicial del proyecto, lo que demuestra un nivel de apertura y consulta muy necesario en el proceso legislativo. A partir de la radicación de la medida, hemos realizado un ejercicio de investigación y análisis crítico con el fin de hacer una aportación valiosa a este proceso. Debo comenzar señalando que esta ponencia representa una posición personal y la del proyecto Inversión Cultural.

Cuando hablo en carácter personal, me refiero a mi rol como músico, profesor en las áreas de mercadeo a nivel sub-graduado en la Universidad del Sagrado Corazón y en el área de gestión cultural en la Maestría de Gestión y Administración Cultural en la UPR. Además, mi experiencia con el proyecto de Inversión Cultural ha sido asesorar proyectos culturales y creativos en áreas diversas que incluyen el trabajo comunitario, las artes escénicas, servicios creativos a empresas, publicidad, gastronomía, música y cine, muchos de los sectores que componen las industrias creativas. De igual forma, enmarco mi opinión en carácter de investigador, habiendo realizado estudios empíricos en áreas como el cine, la música, el empresarismo cultural, la política pública para industrias culturales y más recientemente, con la publicación del “Perfil de la economía creativa en Puerto Rico”, informe que recoge el impacto económico y dinámicas sectoriales de estas industrias.

Hablar de una política pública para las industrias creativas es un tema que provoca conflictos en términos conceptuales y operacionales. Por un lado está el reconocimiento de la importancia de estos sectores y la oportunidad de que el gobierno asuma su rol en su desarrollo. Por otro lado, está la falta de información y los errores históricos de dejarnos llevar por corrientes sin tomar en consideración la información empírica. Después de todo, tenemos a nuestro alcance malas experiencias de procesos similares. Ahí están la CORCO como monumento a la mala planificación e improvisación, el edificio de Biotecnología, el Puerto de la Américas, las múltiples campañas fallidas de marca país y el eterno abrazo a un modelo de industrialización que colapso hace muchos años y todavía sigue siendo el fantasma detrás de muchas de las acciones gubernamentales en materia económica. De igual forma, ya tenemos experiencias fallidas e incompletas en torno a la relación economía y cultura, como lo es el caso del Programa de Desarrollo Artesanal, el Concilio de Diseño, el programa de Arte Público y la Corporación de Cine, caso que utilizaremos de ejemplo más adelante en el contexto del limitado campo de acción de Fomento Industrial. Por lo tanto, es necesario que nuestros esfuerzos estén fundamentados en información real y no en las noticias y reportes de gobierno que inundan el internet. Después de todo, ningún Ministro de Cultura o Economía va a hablar mal de su gestión en torno a las industrias culturales y creativas.

 

Trasfondo

            Debemos recordar que el concepto de industrias creativas surge como un asunto político, aunque siempre con la buena intención de establecer la importancia de las artes y movilizar mayores recursos para su desarrollo. Primero Australia trajo a la discusión la importancia de incluir los medios como parte de las industrias culturales. Lo hizo el Primer Ministro Paul Keating a través del reporte “Creative Nation” en 1994. Más tarde, en medio de una “crisis existencial” del Reino Unido, el Primer Ministro Tony Blair y el Partido Laborista se aferra al discurso de la creatividad y la innovación como ancla para restablecer una competitividad que había perdido en la región. Uno de sus principales esfuerzos fue crear el concepto de “industrias creativas”, una junte de sectores diversos que van desde las artes y el cine hasta la publicidad y la tecnología. En palabras de Gaëtan Tremblay, se trata de un maridaje perfecto donde la tecnología adquirió el prestigio de las artes y las artes el valor añadido de la tecnología[iv].

La movida del Reino Unido trajo una avalancha de informes, estudios, mapeos, conferencias y políticas públicas alrededor del mundo, incluyendo organismos internacionales como el BID, la UNCTAD y la UNESCO. A esto siguieron discursos y fórmulas de éxito como las propuestas de Richard Florida sobre las ciudades creativas, planteando que atraer talento, tecnología y tolerancia eran suficientes para fomentar el desarrollo económico a nivel local. Los países comenzaron a copiar las “fórmulas de éxito” y destinaron recursos a la creación de “task forces”, concilios, agencias, incubadoras, aceleradoras, programas académicos y otros recursos que no tenían ante la promesa de “las industrias creativas como alternativa de desarrollo”. El resultado, por supuesto, no fue el esperado. Ni siquiera en el caso del Reino Unido, más allá de saber realmente cuánto aporta al PIB y al empleo, se puede determinar a ciencia cierta qué efecto han tenido las políticas públicas. Los países copiaron las definiciones, las políticas, pero también los resultados.

Por ejemplo, mirando la corriente de las “ciudades creativas”, nos topamos con un Florida que había demostrado que existía una relación entre la clase creativa y el desarrollo económico, pero nunca demostró la relación de causa y efecto. ¿Los creativos se mueven a lugares donde hay desarrollo económico, o el desarrollo económico persigue a las “clases creativas”? Un problema de endogeneidad imposible de resolver. El resultado, una avalancha de estudios empíricos cuestionando sus planteamientos y demostrando los efectos nefastos del desplazamiento y la desigualdad. Después de todo, hay que destacar que su “clase creativa” incluye a los abogados, contadores, vendedores, gerentes, legisladores y maestros, entre otros, prácticamente todas las profesiones con un grado universitario, algo que confunde y dificulta el análisis. También es sabido que el sector creativo ha tenido un crecimiento sostenido a nivel mundial por encima del resto de la economía, pero también es importante reconocer que ese crecimiento se debe en gran medida al sector de tecnología. De igual forma, cuando se habla del comercio internacional, gran parte del crecimiento se debe a China, y cuando se hace el ajuste, las tasas no son nada excepcionales. En el contexto Latinoamericano, muchos países terminaron redefiniendo el concepto cuando se dieron cuenta que el desarrollo no venía por osmosis, y empezaron a reenfocar en aquellas áreas donde realmente tenían grandes insumos. Cambiaron la tecnología por los festivales, añadieron la gastronomía y potenciaron el turismo cultural.

Ahora, estas malas experiencias no significan que no hagamos nada, pero requiere entender experiencias dentro y fuera de la isla para no caer en la paradoja de la legislación de incentivos: terminar peor que cuando no estaba legislado. Para esto, podemos ver las experiencias locales de legislación sobre la colegiación de actores, de promotores, la ley de la música autóctona y la ley 108 para descuentos a los espectáculos, entre otros. En todos esos casos, a pesar de la buena intención, la legislación empeoró la condición de los sectores que intentaba potenciar. Por esta razón, es importante discutir algunos puntos en el proyecto de Ley que alertan sobre una tendencia similar.

 

Análisis del proyecto de Ley

El problema conceptual

Dado que el tema surge y se desarrolla en el contexto de la administración pública, no ha sido posible un consenso sobre la definición de industrias creativas. Sabemos que el DCMS (Departamento de Cultura, Medios y Deportes) del Reino Unido lo ha definido como “aquellas que están basadas en la creatividad, talento y habilidades individuales. Tienen el potencial para la creación de riqueza y empleo a través del desarrollo de la propiedad intelectual”, aunque actualmente se está revisando para eliminar la condición de la propiedad intelectual. Lo cierto es que esa definición, por su amplitud, no ayuda mucho.

La creatividad no es un concepto fácil de segmentar y adjudicar,  puesto que prácticamente cualquier trabajo o industria puede tener un elemento creativo. Sin embargo, existe un consenso en ciertos sectores que componen las industrias creativas. Por ejemplo, la mejor forma de verlo son los círculos concéntricos, donde las artes aparecen como el núcleo de la economía creativa. Alrededor de este círculo aparece otro que incluye a las industrias culturales (cine, medios, discos, editoriales, etc.). Un tercer círculo serían las llamadas industrias creativas, incluyendo sectores como el diseño, la arquitectura, aplicaciones digitales, etc.

El problema radica en que obviamente las industrias creativas, por naturaleza, incluyen al arte y las culturales. De hecho, cuando las Naciones Unidas utilizan su definición, están incluyendo al Patrimonio, las Artes, los Medios y la Creaciones Funcionales. Sin embargo, en otros contextos, cuando se habla de industrias creativas se habla solamente de los sectores incluidos en ese círculo exterior, entiéndase todo el contenido digital, aplicaciones, diseño, arquitectura, etc. Por supuesto, es importante señalar, que en los países donde se habla de esta definición, se hace porque ya existe un política pública para las artes y las industrias culturales. Por lo tanto, el ejercicio consiste en expandir esa política a otros sectores. Ese no es el caso de Puerto Rico, donde al día de hoy no existe una política de industrias culturales.

Por esta razón, un proyecto como éste inmediatamente trae confusión porque no se tiene claro lo que busca. Debo decir, que ninguna definición de industrias creativas incluye en su totalidad al sector de programación de computadoras y áreas relacionadas, por lo que hay que ser cuidadosos para no apropiarse de un concepto que no les corresponde. Si el proyecto pretende crear una política pública para las industrias creativas en su concepción más amplia, debe incluir el componente de patrimonio, después de todo, el turismo cultural es probablemente el sector de mayor oportunidad dentro de la realidad puertorriqueña. Sea como sea, el carácter particular de las industrias creativas sigue siendo su capacidad de transmitir contenidos simbólicos; es esto lo que diferencia a la arquitectura de la construcción y a los medios digitales de la industria de tecnología. No es aceptable, y además resulta contradictorio, que el proyecto de ley descarte algunos sectores sin haber determinado su potencial económico. Definir de antemano los sectores de manera tan específica, termina debilitando la justificación de un Concilio.

De igual forma, se debería redefinir la composición del Concilio para incluir representación de la institucionalidad pública cultural del país, quienes están encargados en fomentar la creación cultural. Por ejemplo, no tiene sentido un silla para el Fideicomiso de Ciencia y Tecnología si no hay una silla para el ICP. Este tema lo elaboraremos más adelante pero es un principio básico: para fomentar su crecimiento, primero es necesario fomentar su existencia, y ese trabajo le corresponde al componente cultural público. Finalmente, es necesario fijar un término para las operaciones del Concilio, ya que se no se justifica una estructura paralela una vez se delimite su campo de acción y los responsables de su implementación.

En el caso de Puerto Rico, donde nunca se ha legislado ni para las industrias del arte, culturales o creativas, es necesario una política amplia para todos los sectores y no segmentarla con enfoques específicos, esto es un trabajo necesario en la etapa de implementación, por lo cual es necesario la representación de todos los sectores. El proyecto no puede estar sesgado ni para las artes ni para la tecnología, puesto que sería una apuesta donde aumentan las probabilidades de perder. El secreto está en reconocer los eslabonamientos productivos entre todos los sectores, fortalecerlos con políticas e incentivos no tradicionales con el fin de desarrollar industria en el sentido real de la palabra. A partir de ahí, se podrá potenciar su capacidad de generar riqueza y empleo. Con esto quiero decir, que no es suficiente incentivar empresas, sino incentivar ecosistemas de producción creativa, este es el rol principal de este proyecto de ley. Por lo tanto, no existe precedente para las acciones que hay que tomar. Reconociendo la necesidad de estas dinámicas, la creación de una División de Industrias Creativas bajo Fomento Industrial es contradictoria y peligrosa para los mismos objetivos del proyecto de Ley.

Definiciones

El proyecto específica 16 sectores dentro de su definición de industrias creativas. Estos sectores se agrupan en cuatro categorías que incluyen Artes (música, artes visuales, escénicas y publicaciones), Diseño (gráfico, industrial, moda, interiores), Medios (desarrollo de aplicaciones, videojuegos, medios en línea, contenido digital y multimedios) y Servicios Creativos (arquitectura, educación creativa y redes sociales). Es importante señalar que los Medios tradicionales como el Cine, Prensa, Radio y Televisión, no están incluidos. Estos sectores son los más intensivos en mano de obra, algo que hay que considerar si uno de los objetivos es la creación de empleos. En el resto de los sectores, se estima que sobre el 80% son empleos por cuenta propia o microempresas[v]. También es importante destacar que el proyecto descarta el patrimonio material e inmaterial y el turismo cultural, probablemente los sectores con mayores posibilidades de impactar en términos de riqueza y empleo.

Causa preocupación que algunos sectores incluyen actividades que no están claramente definidas. A pesar de que eso lo puede definir el Concilio, para propósitos de la composición del Concilio resulta importante clarificarlo. Reconociendo que el sector de medios no está incluido, lo correcto sería agrupar al sector de arquitectura bajo la categoría de Diseño y reducirlo a tres categorías, pasando todos los sectores de Medios a Servicios Creativos. Se recomienda eliminar al sector de redes sociales que después de todo es un servicio de administración en ocasiones muy vinculado a la publicidad, un sector que no está en el espíritu del proyecto. Esto le da mayor claridad al proyecto de ley y mayor balance a la composición del Concilio.

Nuevamente, la ausencia de los medios, cine y publicidad, dificulta hablar de una Ley de Industrias Creativas de manera absoluta (dentro de las dos concepciones explicadas anteriormente). La única manera en que esto sería cierto es que se tratase de un sombrilla de toda la política pública relacionada.

Como detalle adicional, se recomienda cambiar el concepto de grupos creativos por empresas creativas.

Industrias Creativas en Puerto Rico

            El pasado 19 de junio de 2013 publicamos el informe sobre el “Perfil de la economía creativa en Puerto Rico”. Este informe organiza por primera vez los datos de fuentes oficiales en torno al tema de las industrias creativas. Para su análisis, el informe utiliza los modelos de la UNCTAD, Estados Unidos y un análisis de la Clase Creativa según Richard Florida y una variante con ocupaciones más concentradas en el tema creativo. Utilizando los modelos tradicionales, en Puerto Rico las industrias creativas aportan aproximadamente 14,715 empleos, $1.74 billones en volumen de negocios y un total aproximado de 1,889 negocios. La nómina total asciende a $436 millones y el salario promedio es de $26,632. Esto representa un 4.29% de los negocios en Puerto Rico, 2.65% de la nómina total anual, 1.37% del empleo y un 2.67% del PIB para el 2011. Por supuesto, estos datos tienen la limitación del trabajo por cuenta propia y la economía informal. Sin embargo, también hay que reconocer que estos datos aumentarían la cantidad de negocios y empleos, pero su impacto sería mucho menor en el volumen de negocios. De todas formas, es la misma metodología que se utiliza en los estudios nacionales alrededor del mundo.

Sin embargo, estas clasificaciones incluyen varios sectores que no son pertinentes al caso de Puerto Rico y el proyecto de ley. Por esta razón, el informe incluye un análisis de sectores aplicados al contexto puertorriqueño, utilizando tres categorías que incluyen Artes (patrimonio, visuales, musicales, escénicas y editoriales), Medios (cine, televisión, radio, prensa) y Diseño (moda, industrial, gráfico, interiores, arquitectura, digital y aplicaciones). De todas formas, debemos recordar que el sector de medios no está incluido en este proyecto de ley.

De acuerdo a estas categorías, existen 845 negocios, 399 en las artes, 230 en los medios y 216 en el diseño. En total generan aproximadamente 6,974 empleos, 3,738 en los medios, 1,854 en las artes y 1,382 en el diseño. El volumen total es de aproximadamente $1.2 billones, $277 millones en las artes, $667 millones en los medios y $300 millones en el diseño. En los sectores de artes y diseño, el 70% son microempresas que emplean entre 1-4 empleados. Como se mencionó anteriormente, el sector de medios es el mas intensivo en mano de obra, donde sólo un 47% del total son microempresas. Esta información es de suma importancia cuando el objetivo principal es incentivar la creación de riqueza y empleo.

El Concilio

Hemos mencionado que la creación de un Concilio solamente tiene sentido como ejercicio para diseñar y coordinar una política que integre diversos sectores del ente público y privado. Su gestión pierde sentido una vez definida la implementación de esta ley bajo la Administración de Fomento Industrial. El Concilio podría coordinar entre municipios, agencias el gobierno central, el sector financiero, educativo y la comunidad internacional. Su gestión es viable si está separada, pero representada, por las agencias relacionadas. A pesar de estas responsabilidades, el proyecto de ley le adjudica principalmente funciones tácticas de naturaleza operacional. Es importante reenfocar sus funciones al plano estratégico y dejar aquellas funciones al sector privado y a las agencias. De todas formas, la mayoría de las tareas terminarán sub-contratadas en el sector privado. Sin embargo, esas tareas son producto de las necesidades del ecosistema y no por la determinación automática de un Concilio. Por esta razón, se recomienda limitar la existencia del Concilio a un periodo de 2 años. Luego se esto, las tareas deberán ser implementadas por las agencias pertinentes. No existe necesidad de crear una estructura paralela. Podría existir la legítima preocupación de evitar la politización del tema, pero estructurarlo a términos de 5 años tampoco salvaguarda esa preocupación. Con el alto nivel de politización que existe en el país, más estructuras es igual mayor politización. En ese sentido, “la cura resulta más cara que la enfermedad”.

La composición del Concilio se ve afectada por las definiciones. La estructura de las categorías está desbalanceada y provoca un sesgo en la toma de decisiones. Como hemos mencionado, es necesario reducir las categorías a tres: Artes, Diseño y Servicios Creativos. Con dos representantes de cada categoría, el total de miembros del Concilio se reduce a seis, por lo que el total de miembros se reduce a trece. Habría que reconsiderar la inclusión del Director de la Corporación de Cine y añadir a un representante del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

La División bajo Fomento Industrial

Ya hemos adelantado que destinar la implementación de esta Ley a Fomento Industrial es un error estratégico que será contraproducente. En el corto plazo, se lograrán los incentivos necesarios para proyectos existentes y en desarrollo, incentivos a los cuales de todas maneras tendrían acceso con programas actuales. Sin embargo, lo que sería el objetivo principal de un política pública para el sector creativo, fortalecer el ecosistema de producción cultural y creativa de manera amplia, no será posible. No existe una experiencia anterior en Fomento de crear y fortalecer un ecosistema industrial sostenible y competitivo. Todos los intentos han sido a través de esfuerzos a corto plazo que se vuelven obsoletos a partir de cualquier cambio mínimo en el panorama internacional. Fomento incentiva empresas, no ecosistemas. Una vez se fortalezca la producción de las empresas culturales y creativas, entonces Fomento podría entrar con incentivos específicos para esa realidad. Para dar un ejemplo, podemos utilizar el caso de la industria de Cine. En Puerto Rico no existe una industria de Cine, existe empresas y proyectos de cine. Por más que hablemos del tema, el rol de la Corporación de Cine se limita a atraer inversión extranjera e incentivar producciones locales sobre una base económica. Sin embargo, incentivar una industria requiere mucho más que eso. Por ejemplo, no hay industria competitiva sin una demanda sofisticada, y eso requiere educación y acceso.  Las industrias creativas no van a tener impacto en el empleo si no impactan toda la cadena productiva. Un ejemplo de esto fue planteado por la joven empresaria Anaís Colón, a su vez estudiante del Seminario de Economía Creativa que ofrezco este semestre. Su interés principal no son recursos financieros para su empresa, sino poder contar con suplidores locales para cada uno de los elementos de su línea de accesorios. Esta es una de las cosas que diferencian a las industrias creativas de las demás, pero eso requiere inclusive incentivar industrias “no creativas” para fortalecer las industrias creativas.

La mejor forma es la integración de legislación, agencias gubernamentales, gremios, sistema educativo, sector laboral y empresa privada. Ciertamente, esto requiere un visión que trascienda la de Fomento Industrial. Definitivamente, Fomento es una pieza clave, pero el proyecto le da un protagonismo que no es cónsona a su experiencias, capacidades y cultura organizacional.

El beneficio contributivo

¿A quién le amarga un dulce? El proyecto de ley contiene una cláusula que ofrece beneficios contributivos sobre la propiedad mueble e inmueble. Nadie se quejaría de tal beneficio, aun cuando no le aplique ni le aplicará en el futuro. La gran mayoría de las empresas creativas funcionan con intangibles, con estructuras organizaciones flexibles y muchas veces a base de proyectos, entre otras características. Nuevamente, establecer esto como una prioridad, demuestra el desconocimiento de estas dinámicas y la preocupación del efecto que esto puede tener en la política pública. Aunque no nos oponemos a esta cláusula, lo mencionamos como un ejemplo de los errores conceptuales que fundamentan el proyecto.

Cartografías y Conferencias

Como hemos mencionado, el proyecto adjudica unas tareas que son de naturaleza táctica. No le corresponde a la legislatura establecer cuándo hacer una conferencia. Eso le corresponde al sector. Se trata de un esfuerzo bien intencionado pero innecesario. Ya existen ejemplos anteriores con la Comisión de Desarrollo Cooperativo que establece una conferencia bienal. Esta encomienda de ley lo que hace es obligar una asignación de fondos muchas veces desligada de las necesidades reales del sector, lo que resulta en un gasto oneroso e ineficiente.

En el caso de la Cartografía, el componente estadístico debe ser una encomienda dirigida por el Instituto de Estadística de Puerto Rico. Se recomienda consultar con el Concilio, pero que el Instituto tenga total independencia. Existen dos razones para esto. Por un lado, el Concilio no puede ser juez y parte, y por otro lado, esa Cartografía debe trascender la definición de esta ley para que sea comparable con otros países. Recordemos que esta ley excluye sectores claves como el cine, televisión, radio, prensa, patrimonio y turismo cultural. El Instituto deberá someter la información pertinente para la operación del Concilio pero no debe limitarse a ello.

Además del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, se recomienda la participación de la Universidad de Puerto Rico como principal de centro de producción de conocimiento. Mas allá del ejercicio estadístico, es necesaria la contextualización, análisis e implicaciones de los datos en una concepción amplia de la economía. Se trata de una oportunidad única de destinar esos recursos a la Universidad y fortalecer su aportación a la gestión pública. La Universidad deberá poner a disposición del análisis los componentes de Economía, Administración de Empresas, Comunicaciones y Gestión Cultural. Esta es una práctica colaborativa muy presente en países como Colombia, El País Vasco y Estados Unidos. De esta forma, se hace un mejor uso de recursos, se garantiza la confiabilidad y rigurosidad metodológica.

 

Recomendación final

            Nuevamente destacamos la importancia de un proyecto de esta naturaleza. Entendemos que esta iniciativa es una oportunidad única para el Gobierno provea la infraestructura para que las empresas culturales y creativas continúen y amplíen su aportación al desarrollo económico, social y cultural del país. Como recomendación final, establecemos que la implementación final del proyecto debe recaer en manos del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Existen varias razones para ello. Hemos establecido que ni el ICP ni Fomento Industrial tienen la infraestructura, cultura organizacional y marco estratégico para implementar un proyecto como este. Por lo tanto, en términos de capacidades, ambos están en igualdad de condiciones. Sin embargo, el hecho de que el ICP no tenga a la fecha de hoy una “División de Industrias Creativas” le permite hacerlo desde cero, permitiendo una mejor coordinación con el Concilio para que se de un proceso coherente y conveniente para la economía creativa, algo que no ocurriría en una estructura tan rígida como Fomento Industrial y su sombrilla. Nuevamente, ponemos el caso de la Corporación de Cine y el Programa Artesanal como experiencias donde a pesar de las características de los sectores no se podido implementar programas que trasciendan la mentalidad y cultura organización de Fomento.

Por otro lado, no podemos perder de vista que el Gobernador acaba de nombrar una Comisión para el Desarrollo Cultural cuya encomienda principal es fortalecer las instituciones culturales y sugerir caminos prometedores para el empresarismo y autogestión cultural, enmarcados en una visión renovada de la economía planteada desde la cultura. A esta Comisión ya le fue asignado una tercera parte del presupuesto que plantea este proyecto con el fin de investigar, cartografiar, diseñar y recomendar esos caminos. Esto supone una oportunidad única de coordinar esfuerzos para garantizar su desarrollo. De igual forma, no tendría mucho sentido cancelar esfuerzos cuando ya el Ejecutivo ha expresado la importancia de cultura como motor de desarrollo económico. Como último argumento, utilizamos las tendencias a nivel internacional en la implementación de este tipo de proyectos. Como parte del Seminario Graduado de Economía Creativa de la UPR, hemos comenzado a elaborar un perfil de los distintos países y las instituciones que implementan los programas de economía creativa. Los hallazgos preliminares para 21 países y regiones, se presentan como anejo a esta ponencia. En esta lista se puede identificar que la gran mayoría de los países implementan los programas de industrias creativas bajo los Ministerios de Cultura y Consejos de Arte. En algunos casos, la responsabilidad es conjunta. En el caso de Trinidad y Tobago se trata de una corporación pública y en Holanda e Indonesia interviene el Ministerio de Economía.

Es posible que alguien argumente que la cultura y la creatividad son dos cosas distintas, industrias culturales vs industrias creativas. Como expresamos en un principio. Donde único se ha utilizado esta concepción es en escenarios donde ya las primeras estaban legisladas y se amplio el campo de acción al sector de videojuegos, contenido digital y desarrollo de aplicaciones. A pesar de ser sectores de alto valor añadido, se trata de una actividad relativamente pequeña, atada a las industrias culturales y con poco impacto en el empleo. Por lo tanto, su desarrollo se fortalece cuando todo el ecosistema creativo se fortalece. Sería un error de política pública guiar su implementación únicamente por estos sectores.

Por esta razón, recomendamos su aprobación con las enmiendas propuestas abajo y argumentadas en esta ponencia.

Resumen de enmiendas

  1. Se recomienda enmendar el proyecto para eliminar la creación de la División de Industrias Creativas bajo Fomento Industrial (y el rol de su Director en el Concilio). Se recomienda que la implementación de esta ley pase al Instituto de Cultura Puertorriqueña. El Concilio identificará formas de colaboración y programas específicos que puedan trabajar otras agencias, incluyendo a Fomento Industrial.
  2. La recomendación inicial es que debe ser el Concilio quien defina cuáles sectores deben incluirse. De esta manera, el proyecto tendrá oportunidad de complementar esfuerzos como la Corporación de Cine, Programa Artesanal y turismo cultural, áreas que actualmente no están incluidas, son de gran impacto y requieren acción. Si no procede esta recomendación, entonces se recomienda enmendar las categorías para reducirlas a tres: Artes, Diseño y Servicios Creativos. Para esto habría que cambiar la categoría de Medios por Servicios Creativas, incluir la Arquitectura en Diseño y eliminar Redes Sociales. Esto también supone un cambio en la composición del Concilio, ya que se reducen dos puestos.
  3. Si se determina que el Concilio va a definir los sectores, para propósitos de su composición, se recomienda utilizar las definiciones de Naciones Unidas y nombrar dos representantes por cada sector: Patrimonio, Artes, Medios y Creaciones Funcionales.
  4. Enmendar la composición del Concilio para incluir un representante del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
  5. Limitar la existencia del Concilio a un término de 2 años, razonable para diseñar y coordinar la política pública de industrias creativas.

 


[i] Javier J. Hernández Acosta es candidato doctoral en Desarrollo Empresarial de la Universidad Interamericana, recinto Metro. Posee una maestría en Negocios Internacionales de la Universidad de Puerto Rico y un posgrado en Gestión y Políticas Culturales de la Universidad Autónoma Metropolitana de México. Ofrece cursos en el área de mercadeo en la Universidad del Sagrado Corazón. En la Maestría de Gestión y Administración Cultural en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, ha ofrecido cursos de gestión musical, administración estratégica y economía creativa. Dirige el proyecto Inversión Cultural que ofrece apoyo empresarial y consultoría a empresas y proyectos culturales y creativos. Durante cuatro años fue administrador de la primera cooperativa en el sector musical, Taller Cé. Ha publicado sobre emprendimiento, industrias culturales y políticas culturales en la Revista Nacional de Administración, el Journal of Arts Management, Law and Society y en el libro sobre empresarismo cultural: Pioneering Minds Worldwide. Como músico ha pertenecido a las agrupaciones de Antonio Cabán Vale “El Topo”, Zoraida Santiago y Kany García, entre otros. Es autor del “Perfil de la economía creativa en Puerto Rico” (http://inversioncultural.com/?page_id=1121).

[ii] Inversión Cultural es una organización cuya misión consiste en ofrecer apoyo y consultoría a empresas culturales y creativas en Puerto Rico. Sus principales áreas son la investigación, el apoyo empresarial y la formación en emprendimiento cultural www.inversioncultural.com.

[iii] Citado originalmente en Jonathan Lynn y Anthony Jay, Yes Minister, 1984. Throsby, D. (2010). The Economics of Cultural Policy. Cambridge Press: United Kingdom.

[iv] Bustamante, E. (Ed). (2011). Industrias Creativas: Amenazas sobre la cultura digital. Editorial Gedisa: Barcelona.

[v] Hernández, J. (2013). Perfil de la economía creativa en Puerto Rico. Inversión Cultural. Disponible en www.inversioncultural.com.

 

Anejo 1

Países e instituciones

  1. Costa Rica – Ministerio de Cultura y Juventud – Proyectos: Centro de Tecnología y Artes Visuales (Animación 3D y mercado audiovisual)
  2. Colombia – Ministerio de Cultura – Programa de Emprendimiento Cultural (incluye sector audiovisual, artes, turismo cultural, gastronomía, juguetes, diseño y tecnología de contenido cultural)
  3. Barbados – Ministerio de Desarrollo Comunitario y Cultura
  4. Santa Lucia – Ministerio de Turismo, Patrimonio e Industrias Creativas
  5. Trinidad y Tobago –Corporación de Industrias Creativas de Trinidad y Tobago – Creada para unir otras corporaciones públicas relacionadas.
  6. Chile – Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Departamento de Fomento de las Artes e Industrias Creativas)
  7. Singapur – Ministerio de Información y Comunicación
  8. Uruguay – Ministerio de Educación y Cultura (Departamento de Industrias Creativas)
  9. Brasil – Ministerio de Cultura (Secretaría de Economía Creativa)
  10. Ecuador – Ministerio de Cultura y Patrimonio
  11. México – CONACULTA  (Consejo Nacional para las Artes y la Cultura). La Secretaría de Economía tiene un proyecto industrias creativas, principalmente de tecnologías de la información
  12. Cuba – Ministerio de Cultura (industrias culturales)
  13. Indonesia – Ministerio de Turismo y Economía
  14. Buenos Aires – Secretaría de Cultura de Buenos Aires (también envuelve al Ministerio de Desarrollo Económico.
  15. Holanda – Ministerio de Desarrollo Económico (Industrias Creativas), Ministerio de Cultura, Educación y Ciencia (Arte y cultura y medios y audiovisual).
  16. Dinamarca – Ministerio de Cultura y el Ministerio de Comercio e Industria
  17. Irlanda – Consejo de Artes, bajo el Ministerio de Artes, Patrimonio y Gaeltacht
  18. Kenya – Departamento de Deportes, Cultura y Artes. Además de las industrias tradicionales, incluyen Salud y Medicina.
  19. Australia – Consejo de las Artes de Australia
  20. New England (Massachussets, Maine, New Hampshire, Vermont, Rhode Island, Connecticut) – “Creative Economy Initiative”, un proyecto del Consejo de Nueva Inglaterra.
  21. Estados del Sur (Alabama, Louisiana, Mississippi, Florida, Georgia, North Carolina, South Carolina, Kentucky, Tennessee, Missouri) – Comisiones de Arte de cada estado.

 

Comentarios iniciales al primer borrador del proyecto que compartió el Senador Ramón Luis Nieves. En la carta se detallas las preocupaciones con las definiciones, exposición de motivos, composición del Concilio y el rol de Fomento Industrial. Este documento es del 28 de mayo de 2013, antes de la publicación del Perfil de la economía creativa en Puerto Rico.

 

Comentarios Proyecto Industrias Creativas PS 655 (Borrador inicial - Mayo 2013 by Javier J. Hernández Acosta