La burbuja del etnocentrismo

Por: Javier J. Hernández Acosta

(javihernandez@yahoo.com)

La burbuja financiera que desplomó los precios de las bienes raíces y las inversiones en general ha afectado el estilo de vida de los puertorriqueños.  El ciudadano común entendió que comprar una casa no era necesariamente la mejor inversión de su vida, y que aquellos individuos que especularon con sus fondos de retiro no iban a ser capaces de recuperarlos en el corto plazo.  En el mundo financiero, las burbujas son aumentos desproporcionales en el valor de un activo con respecto a su valor real, generalmente causados por un exceso de confianza o por una euforia desmedida.  Usualmente, cuando “explota” la burbuja el valor de esos activos regresa a un nivel mucho más real.

Siguiendo esta línea nuestro país experimenta una “burbuja de etnocentrismo”, una conducta que sin duda ha provocado un aumento desproporcional en lo que pensamos que representa nuestro país para el resto del mundo.  Debemos recordar que esto no tiene que ver con el orgullo nacional, sino con pretender ser el “centro del universo”.  Utilizando como ejemplo la propia crisis financiera, escuchamos a diario que se trata de una crisis mundial, con la única intención de justificar una economía que obviamente ha sufrido mucho más que el resto del planeta.  Pero también se experimenta en la forma que nos referimos a otros países, cuando “hablamos del tercer mundo” sin saber en cual estamos, o cuando pretendemos, o queremos hacerle creer al país, que un simple territorio puede poner “las reglas del juego” ante quien lo controla.

Pero tal parece que “la burbuja de etnocentrismo boricua” está a punto de estallar.  Quizá porque existe demasiado acceso a la información como para no poder esconder que muchos de esos países del “tercer mundo” han alcanzado un crecimiento económico y calidad de vida mejor que nosotros; o porque la sorpresiva derrota de Puerto Rico en el Mundial de Turquía nos ha llevado a entender que el nivel de juego en el resto mundo ha aumentado dramáticamente.  Ser realistas es necesario para crecer como país, y la manera en que miramos al resto del mundo es vital para entenderlo.  Mientras la burbuja no “estalle” en su totalidad, seguiremos mirando por encima del hombro y pretendiendo ser parte de un “primer mundo” que ni siquiera conocemos.