Siete décadas de impacto cultural

Por: Javier J. Hernández Acosta Publicado originalmente en la edición marzo-abril 2013 del periódico Diálogo.

http://dialogodigital.com/index.php/Siete-decadas-de-impacto.html

La Facultad de Estudios Generales cumple 70 años y existe una infinidad de razones por las cuales celebrarlo. También es un gran momento para reflexionar sobre su contribución a la Universidad y al País. Vale recordar aquellos años donde se llegó a discutir su eliminación en función del supuesto “conocimiento útil”. Aquella discusión dejó entrever la falta de un análisis profundo y transversal sobre la importancia de la Facultad. Las dinámicas de producción y consumo cultural que se dan en Estudios Generales son únicas y ameritan dedicarle unas palabras.

La Universidad es un espacio natural de intercambio de ideas y creación; es parte fundamental de su misión. Y por supuesto, una de las formas a través de la cual se manifiesta esa dinámica es mediante la creación artística. La historia ha dejado evidencia de la gran cantidad de proyectos y movimientos artísticos que se han gestado desde el Recinto. Sabemos que la Facultad de Humanidades podría ser el principal foco de creación artística. Sin embargo, me atrevo a argumentar que Estudios Generales es el de mayor impacto, probablemente por la importancia del factor diversidad contenido en sus aulas.

POLÍTICA CULTURAL UNIVERSITARIA

Hace unos años, y a raíz del conflicto con la reapertura del Teatro, la Universidad realizó un impor tante esfuerzo para desarrollar una política cultural para el Recinto. Aquella investigación presentaba valiosa información sobre los hábitos de consumo cultural estudiantil. Y aunque no se pueda separar estadísticamente el efecto de ese primer año en los estudiantes de Generales, los hallazgos nos permiten hacer inferencias sobre su importancia. Por ejemplo, sobre el 20 por ciento de estos asistió a un museo o a un concierto de música clásica luego de entrar a la Universidad.

Pero resulta más interesante que estos números aumentan entre aquellos con el nivel socioeconómico más bajo, lo que representa que se materializa el objetivo de mayor acceso y participación en las artes y la cultura. También se destaca que a un 68 por ciento le asignaron asistir a alguna actividad cultural como parte del curso y el 42 por ciento se enteró de estas actividades gracias a que el profesor u otro alumno la anunció en el salón. Finalmente, sobre un 30 por ciento destacó pertenecer a alguna asociación estudiantil y/o agrupaciones artísticas. Todos estos datos van dirigidos a fundamentar el análisis que sigue.

UN “CLUSTER” CULTURAL

Voy a tomarme el atrevimiento de traer uno de esos análisis que se ponen de moda en la literatura empresarial. Los llamados “clusters” no son otra cosa que ecosistemas naturales en una industria o sector. Es un contexto donde se dan todas las condiciones para potenciar una actividad particular. En el caso de las artes y la cultura podríamos mencionar varios requisitos: concentración de recursos humanos, infraestructura, asociaciones, proximidad a la audiencia y colaboradores y la diversidad de esa audiencia. Sobre todo, estos ecosistemas son efectivos en la medida en que promueven el derecho al acceso, participación y creación cultural. Y quizá la forma más simple de demostrar que la Facultad de Estudios Generales cumple todas estas dimensiones, más allá de los datos, es describirlo desde mi experiencia.

MI EXPERIENCIA COMO ESTUDIO DE CASO

Cuando piensas que durante ese primer año universitario tuviste la experiencia de formarte con profesores como Liliana Ramos Collado, Margarita Mergal, Jorge Rodríguez Beruff e Isabelo Zenón, entiendes la magnitud del talento que abunda en ese espacio. Quizá para algunos esto no sea una sorpresa, pero si tu destino final son facultades como Naturales o Empresas, eso hace una gran diferencia.

Además del recurso intelectual, se me ocurre pensar en la importancia de la infraestructura y función de laboratorio de ideas y producción creativa. Aun tengo el gran recuerdo de los anfiteatros, donde asistí a una infinidad de foros, talleres, presentaciones artísticas y conferencias. Ese primer año me dio la oportunidad de integrarme a agrupaciones artísticas, enterarme de gran parte del quehacer cultural independiente (bastaba la parada obligada a los “bulletin boards” en una época sin Facebook) y de relacionarme con personas con las mismas inquietudes artísticas y culturales. A través de esos primeros cursos visité el Museo de Historia, Antropología y Arte del recinto, asistí a varias obras en el Teatro y descubrí propuestas artísticas, locales e internacionales que cambiaron mi perspectiva sobre muchas cosas.

COMENTARIOS FINALES

Ese panorama no ha cambiado mucho desde mis años en Generales y cada vez la Facultad se involucra más en esa experiencia. Allí tenemos una joya en el programa de estudios musicales, la experiencia de eventos de gran alcance como El maratón de La Iliada y La Odisea, y mejoras a la infraestructura que facilitan la estadía en sus pasillos y alrededores. De igual forma, contribuye a fortalecer la actividad cultural que se genera desde otros espacios del recinto. Estudios Generales es un gran ecosistema de producción y consumo cultural, y lo hace en un momento oportuno para el estudiante, lo atrapa en esa transición hacia la “formación profesional”. Es probablemente el último intento de que la creatividad individual no desaparezca por completo.